Las farmacéuticas en la pandemia

2020-09-02T13:16:27+02:0026 agosto 2020|Atención Farmacéutica|

Llevamos muchos meses de pandemia. Esto significa que han pasado muchas cosas, buenas y malas. Y con todas he reflexionado. De todas he aprendido. Y de todo lo leído, reflexionado y aprendido he querido escribir y compartir estas reflexiones sobre el rol que las farmacéuticas hemos tenido durante estos meses de pandemia.

Qué impacto ha tenido la pandemia en la farmacia

Hay que ser sinceras, y reconocer que la pandemia ha causado un enorme impacto en la farmacia y en su día a día.
En primer lugar, las medidas de prevención del riesgo de contagio impuestas por el confinamiento, como guardar la distancia de seguridad entre las personas que trabajamos en la farmacia, nos ha obligado a reorganizar los turnos de trabajo para reducir el número de personas trabajando en cada turno. Ello, a su vez, ha implicado un incremento notable de la carga laboral en cada turno. Las consecuencias de ello, han sido, sin duda, un aumento del estrés en el trabajo para todo el equipo.

Debéis saber que, aunque esto no ha sido lo más importante en nuestro caso particular como farmacia pequeña de barrio, en general, se ha reducido también el volumen de ventas, como en cualquier otro pequeño negocio de barrio. Así que los ingresos han sido, para muchas farmacias, menores. En cambio, los gastos se han mantenido iguales o incluso se han incrementado, por ejemplo, por la autogestión para abastecernos de medidas de protección y seguridad (mamparas de metacrilato, guantes, mascarillas, etc.). Es cierto también que algunos Colegios Profesionales nos han ayudado un poco en esto.

Sin embargo, nos hemos sentido un poco abandonados por el SNS. Se hablaba a voces de profesionales sanitarios, pero sólo se aludía a personal médico y enfermería. ¿Dónde quedaron los técnicos sanitarios, los auxiliares, los farmacéuticos, el personal de limpieza, los administrativos de sanidad? A los y las farmacéuticas se nos colocó en otra esfera, posiblemente por ser empresas de gestión privadas. Pero no olvidemos que las farmacias son establecimientos sanitarios públicos. Y como tal, hemos demostrado ser agentes activos de salud en primera línea de la lucha contra la pandemia COVID-19.

A nivel personal, la sensación de inseguridad e incertidumbre sobre cómo proceder ha marcado nuestro día a día como farmacéuticas. Han habido cambios continuos en los protocolos de dispensación de recetas, tanto financiadas por la SS como privadas. Nos hemos encontrado con desabastecimientos de medicamentos. Y se han producido actualizaciones continuas sobre el tratamiento de la infección por SARS-cov-2 y sobre recomendaciones farmacológicas para determinadas enfermedades crónicas en pacientes COVID.

Como colectivo, la pandemia nos ha obligado a detener todos los servicios asistenciales y campañas sanitarias que desarrollamos en las farmacias. Hemos tenido que cesar desde la simple toma de presión arterial hasta el programa-estudio Derma-Risc, en el que algunas farmacéuticas en Cataluña nos integrábamos en un circuito extraordinario de detección de cáncer de piel; o el programa de detección precoz de cáncer de color y recto, en el que las farmacéuticas de Barcelona y Girona participan cada año.
En otros casos, como el seguimiento farmacoterapéutico, el servicio RUM, la cesación tabáquica, etc., nos hemos reinventado, adaptándonos a la nueva realidad, para poder seguir ofreciendo estos servicios asistenciales de manera online.

Qué medidas hemos tomado para adaptarnos

Pues la verdad es que hemos realizado muchos cambios, y muy rápidamente. Desde la modificación de horarios y la reorganización del personal en la farmacia (como ya he mencionado antes), hasta la implementación de todas las medidas preventivas recomendadas de higiene, limpieza y desinfección. Pero sin duda, yo destacaría:

  • La formación continua de todo el personal de farmacia mediante webinars y cursos online, practicamente a diario, para poder ofrecer información veraz, contrastada y actualizada a los pacientes.
  • La dispensación de medicamentos a través de la TSI (targeta sanitaria individualizada), que ha representado una reducción drástica en el número de visitas de los pacientes al centro de salud y ha mejorado mucho el acceso a los medicamentos cuando el plan de medicación había caducado o debía renovarse.
  • La dispensación de medicamentos de diagnóstico hospitalario a través de las farmacias, que ha evitado el desplazamiento de los pacientes a su hospital de referencia para poder recoger esta medicación, hecho que en algunos casos supone incluso el desplazamiento entre municipios distintos.
  • La implantación de la red de farmaservicios voluntarios para poder hacer llegar los medicamentos a las personas confinadas consideradas de alto riesgo.
  • La implicación de las farmacias en los hoteles-salud como proveedoras de medicamentos y otros productos sanitarios.

Qué hemos aprendido de esta crisis

Desde nuestra pequeña farmacia de barrio, hemos podido comprobar que nuestro papel más importante (aquello por lo que las personas nos han buscado) ha sido la información, la atención y el cuidado de las personas. A diario recibíamos muchísimas llamadas de nuestras vecinas/os solicitando información y atención: estaban preocupados por la situación, por sus tratamientos, no sabían cómo realizar sus gestiones sin salir de casa, etc.

Y para poder ofrecer este servicio asistencial hemos tenido que aprender nuevas formas de interactuar con nuestros pacientes mediante llamadas telefónicas o por correo electrónico. La farmacia, al menos la nuestra, ha seguido ofreciendo servicio asistencial a distancia con la misma calidad que lo hacemos en el servicio asistencial presencial.

Por otra parte, esta crisis sanitaria nos ha permitido ver con más claridad si cabe, que la Atención Primaria en nuestro país adolece de una falta importante de recursos personales y organizativos que la hagan más accesible y eficiente y la despojen de tanta burocracia. Los gobiernos deberían potenciar este primer nivel asistencial (en el que también nos encontramos incluidas las farmacias) como eje principal del SNS. Un gran colectivo de médicos de familia y enfermería ya hace tiempo que están en esta lucha. También lo están algunos farmacéuticos como Stuart Anderson (profesor emérito de Historia para la Salud Pública en UK) quien afirma en su último artículo de opinión que los farmacéuticos comunitarios deberíamos ser empleados del sistema nacional de salud, haciendo alusión a la incongruencia que supone que seamos un servicio público ejerciendo labores y servicios sociales pero gestionado por empresas privadas.

Qué cambios proponemos para mejorar

Las farmacias, como establecimientos sanitarios, y las farmacéuticas, como profesionales sanitarias, nos hemos mantenido ahí, al pie del cañón durante todos los días de pandemia, demostrando que somos un pilar más del SNS y un recurso esencial en la lucha contra la COVID-19.

Por eso, creo que tanto a nivel personal como a nivel profesional debemos evolucionar y pasar del trabajo individual a la colaboración interdisciplinar, que es la que se ha puesto de manifiesto como eficiente en todos los niveles durante la pandemia. Hemos visto, por ejemplo, como en los bloques de pisos los vecinos se han organizado entre ellos para cubrir las necesidades de toda la comunidad de vecinos. Se han establecido en los barrios redes de voluntarios que han desempeñado una función asistencial muy efectiva.

Pues a nivel sanitario debemos hacer lo mismo. Debemos interactuar entre profesionales de diferentes disciplinas para optimizar la salud y el bienestar de las personas, y en especial, de las personas enfermas. Deberíamos organizarnos como equipos multidisciplinares de atención primaria centrada en las personas, tal y como ya hacen en otros países como UK.

La clave está en trasladar la importancia de «lo que hago» a «para quien lo hago». Hablo de humanizar la atención sanitaria. Hablo de cambiar nuestra mirada hacia los pacientes: no ver diabéticos (persona con una etiqueta a la que podemos tratar de forma estandarizada y protocolizada para que mejoren sus parámetros), sino personas con diabetes (personas con una individualidad determinada que padecen una enfermedad crónica y a las que podemos tratar de escuchar para mejorar su salud y calidad de vida).

 

Y hasta aquí mi visión sobre el rol de los y las farmacéuticas durante esta crisis sanitaria causada por la pandemia COVID-19. Me encantaría leer vuestras opiniones al respecto y compartir reflexiones y otros puntos de vista. Ya sabéis que podéis hacerlo aquí abajo, en la sección de comentarios.

 

 

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