Tras la jornada de ayer 14 de marzo, dedicada en Europa a la Prevención del Riesgo Cardiovascular (RCV), algunos profesionales sanitarios no médicos podrían preguntarse cuál es su papel en este asunto. ¿Qué pueden hacer, profesionalmente hablando, por contribuir a la disminución del riesgo cardiovascular en los pacientes a los que tratan?
Pies bien, yo no tengo todas las respuestas, pero a mis compañeros de profesión les propongo algunas acciones a implementar en su día a día.
Qué podemos hacer las farmacéuticas/os en la prevención del riesgo cardiovascular
Pese a que la dispensación de medicamentos y otros productos farmacéuticos sigue siendo, a ojos de la sociedad, la principal función de las farmacéuticas/os comunitarias, nuestras funciones sanitarias han ido aumentando en cantidad, calidad e importancia social con el tiempo. Actualmente, la mayoría de las farmacias en nuestro país ya ofrecen una amplia cartera de servicios profesionales farmacéuticos.
En relación con la prevención del riesgo cardiovascular, las farmacéuticas y farmacéuticos podemos:
- Promover el control de la presión arterial. Es crucial para el paciente reconocer la importancia de controlar su presión arterial para mantener raya su riesgo cardiovascular. Por eso, creo que es nuestro deber motivar a los pacientes a medirse la presión arterial, bien en la farmacia o bien en su propio domicilio, con regularidad.
- Promover hábitos alimentarios y de estilo de vida saludables.
- Identificar los pacientes candidatos a realizar una prueba de control de riesgo cardiovascular.
- Realizar dicha prueba de control (si se dispone de los requisitos técnicos y de personal cualificado necesarios para ello). En caso, contrario, derivar al médico.
- Si en base a los resultados de este control , se demuestra que el paciente tiene RCV elevado, derivar inmediatamente al médico para iniciar el tratamiento farmacológico más adecuado.
Qué podemos hacer las farmacéuticas/os en relación con la medicación prescrita para el corazón
Tal y como he apuntado al principio de este post, las farmacéuticas/os comunitarias de hoy día ha ampliado sus funciones sanitarias en favor de la mejora de la calidad de vida de los pacientes. En relación con el tratamiento farmacológico de las personas que toman medicamentos para el corazón, las farmacéuticas y farmacéuticos podemos:
- Informar al paciente sobre:
- La patología que padece, es decir, explicarle sus signos, síntomas, etc.
- El tratamiento farmacológico iniciado por el médico: para qué sirve (indicación), en qué dosis y forma farmacéutica, y cuál es la pauta de tratamiento prescrita.
- Influencia del tratamiento sobre el estado de salud del paciente, en otras palabras, explicar al paciente qué hace el medicamento en su cuerpo y cómo lo hace (mecanismo de acción), cuáles son los posibles efectos secundarios, qué reacciones adversas podría tener, etc.
- Obtener del paciente su percepción acerca de la eficacia del tratamiento, mediante conversación informal (por ejemplo, cuando viene a la farmacia para llevarse su medicación mensual) o a través de una entrevista más formal en el área privada de la farmacia (seguimiento farmacoterapéutico) o del servicio de revisión del uso de medicamentos (RUM).
- Si esta percepción no es positiva, ampliar su información acerca del tratamiento o investigar otras posibles causas (seguir leyendo).
- Identificar problemas relacionados con la medicación e intentar resolverlos, también a través del servicio de revisión del uso de medicamentos (RUM). en este caso, podemos encontrarnos con que:
- uno o varios de los medicamentos prescritos son administrados de forma incorrecta (error de administración);
- la forma farmacéutica prescrita para un medicamento en cuestión no es la más idónea;
- existe una falta de adherencia al tratamiento terapéutico, bien sea porque el paciente no entiende bien
- duplicidad en la prescripción de medicamentos
- interacciones medicamentosas
- otros problemas de salud insuficientemente tratados
- Si se advierte una falta de cumplimiento del tratamiento (adherencia al tratamiento reducida), que se mide con el Test de Hayness-Sackett.
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- Aumentar el control del cumplimiento del tratamiento facilitando herramientas de control, como un simple diario o calendario o un sistema personalizado de dosificación (SPD).
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- Conocer los factores intrínsecos al paciente que no permiten un cumplimiento del 100% (personas discapacitadas, edad avanzada, etc.) y facilitar medios de ayuda al paciente o a su cuidador. Por ejemplo, recomendar otras formas farmacéuticas, sistemas de administración, métodos recordatorios, etc.
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- Si el problema está en la complejidad de las pautas terapéuticas, revisar toda la medicación del paciente para garantizar la idoneidad del conjunto terapéutico, identificar posibles reacciones adversas al medicamento (RAM) e intentar simplificar las pautas en estrecha colaboración con el médico prescriptor.
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- Cuando el paciente percibe efectos adversos a la medicación, se debe notificar esta RAM a través del Sistema de Farmacovigilancia del Ministerio de Sanidad (la famosa «tarjeta amarilla»), informar al paciente y darle las recomendaciones más apropiadas para intentar reducirlos.
Así pues, me gustaría que ningún paciente se quedara sin respuestas. Os animo a que nos preguntéis todo lo que necesitéis saber sobre vuestras medicinas, sobre vuestros síntomas y sobre vuestra enfermedad. Porque no sólo estamos ahí para «vender» medicinas. Puedes encontrarnos en nuestra consulta online y en nuestro correo electrónico.
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