Día Mundial contra el Dolor

2022-10-10T11:36:16+02:0017 octubre 2013|Atención Farmacéutica|

Un día como hoy, 17 de octubre, se celebra el Día Mundial contra el dolor. Desde mi más modesta opinión, pienso que nadie tiene derecho a juzgar ni banalizar el dolor de los demás. Por el contrario, deberíamos tener la obligación de empatizar más con las personas que lo sufren.

Pensad que, para poder obtener una valoración adecuada de esta experiencia sensorial y poder aplicar el tratamiento más adecuado, los profesionales sanitarios debemos conocer algunas de sus características, como su duración, localización, intensidad y posible causa.

Un tratamiento satisfactorio del dolor requiere de una formación adecuada. Por eso, es imprescindible consultar con un profesional sanitario cualificado antes de adquirir un analgésico o un antiinflamatorio cualquiera y automedicarse. Eso no significa que el dolor no se pueda tratar y paliar a nivel ambulatorio. Médicos de atención primaria, enfermeras/os y, por supuesto, farmacéuticas/os nos encontramos en una posición idónea para ofrecer las mejores recomendaciones a cada persona y aconsejar los tratamientos más adecuados.

¿Sabías que una alimentación adecuada también ayuda?

Pues sí, una alimentación adecuada, es decir saludable y equilibrada, pude mejorar, y mucho, la calidad de vida de los pacientes con patologías crónicas que causan dolor. No sólo son importantes los alimentos que se consumen sino también las cantidades en que son consumidos.

Podríamos hablar sobre este tema largo y tendido, pero en este post sólo nos vamos a centrar en los dos tipos de dolor más frecuentes en la población adulta: el dolor osteoarticular y el dolor muscular.

EN EL DOLOR OSTEOARTICULAR

Éste es uno de los dolores más frecuentes entre la población anciana. Los nutrientes clave para este tipo de dolor son el calcio y la vitamina D. Esta última tiene múltiples funciones en el organismo, pero queremos destacar las relacionadas con el metabolismo del calcio. La vitamina D:

  • Aumenta la absorción de calcio a nivel del intestino delgado.
  • Aumenta la movilización del calcio desde el hueso. Cuando la ingesta de calcio no es la suficiente, la vitamina D hace que aumenten los niveles de calcio en la sangre, quedando así a disposición de los tejidos que lo necesiten.
  • Aumenta la reabsorción renal de calcio, evitando así que se pierda por la orina demasiada cantidad de este mineral.

La deficiencia en vitamina D está siendo últimamente motivo de debate entre los profesionales sanitarios, unos partidarios de la suplementación y otros contrarios a ella. Como en tantos otros casos, consideramos que la suplementación debe ser eso, una ayuda que contrarreste la falta de esta vitamina causada por una ingesta insuficiente o una mala asimilación. Por desgracia, estos dos factores suelen confluir en las personas de mayor edad, quienes registran los mayores ratios de deficiencia de vitamina D. Por eso, la suplementación de vitamina D debe ser prescrita por un médico.

La deficiencia en vitamina D ocasiona dolor óseo difuso, especialmente en la cadera, debilidad muscular, entumecimiento de las extremidades, espasmos de las manos y los pies y fracturas óseas con traumatismos.

Un consumo adecuado de productos lácteos, huevos, pescado azul, verduras de hojas verdes (espinacas, espárragos, etc.) y la exposición moderada a la luz del sol pueden prevenir estos problemas causados por deficiencia de calcio/vitamina D. Un apunte más respecto a los lácteos: no recomendaremos los lácteos desnatados puesto que la vitamina D es liposoluble y se encuentra en la grasa de la leche.

Por último, es también muy importante recordar que la actividad física también estimula el recambio óseo y por tanto es muy beneficiosa.

EN EL DOLOR MUSCULAR

Lo más peliagudo de este tipo de dolor es que normalmente compromete más de un músculo a la vez, por lo que la sensación dolorosa es mayor y más difusa. El dolor muscular también puede involucrar ligamentos, tendones y fascia, los tejidos blandos que conectan los músculos, los huesos y los órganos. Suele estar muy relacionado con tensión, sobrecarga o lesión muscular por un ejercicio o trabajo físicamente exigente o por posturas anómalas prolongadas en el tiempo. Pero también puede ser signo de enfermedades que afectan todo el cuerpo, como algunas infecciones (incluyendo la gripe) y trastornos que afectan los tejidos en todo el cuerpo (como el lupus).

Una de las enfermedades que cursa comúnmente con dolores y molestias musculares es la fibromialgia. Produce además sensibilidad en los músculos y tejido blando circundante, dificultad para dormir, fatiga y dolor de cabeza. Es una enfermedad todavía poco conocida y de difícil tratamiento. Puedes leer más sobre la fiblomialgia en este enlace y en este otro.

Desde el punto de vista nutricional, uno de los minerales que más pueden ayudar a evitar y/o paliar el dolor muscular es el magnesio. Los principales alimentos ricos en magnesio son los frutos secos (sésamo, pistachos, almendras, avellanas y nueces,…), los cereales integrales (mijo, arroz, trigo), el germen de trigo, la levadura, las legumbres (soja, lentejas, garbanzos,…), verduras de hoja verde y el agua.

Su presencia es fundamental para lograr una adecuada excitabilidad nerviosa y contracción muscular. Ante una deficiencia de magnesio ocurren con frecuencia espasmos y contracturas musculares. Concretamente, su déficit se manifiesta con calambres y debilidad muscular; en menor grado, también puede provocar náuseas, convulsiones, arritmias, hipertensión e incluso infartos de miocardio si la deficiencia es muy acusada.

Debemos tener en cuenta que el estrés, tanto físico como intelectual, provoca una importante pérdida de magnesio. Por otra parte, ciertas circunstancias fisiológicas como el embarazo, lactancia y periodos de crecimiento, incrementan su demanda. En estas circunstancias podría estar indicada la suplementación de magnesio siempre y cuando se identifique una deficiencia tal que suponga un riesgo para la salud.

Por otra parte, existen una serie de factores alimentarios que disminuyen la absorción del magnesio, como son la presencia concomitante en la dieta de calcio, fósforo, oxalatos, fibra alimentaria y algunos ácidos grasos. Sin embargo, NO debemos dejar de comer alimentos ricos en estos nutrientes, sino que debemos equilibrarlos en nuestra dieta habitual para que todos cumplan su función eficazmente.

Pues ya lo sabes, si sufres dolor, una alimentación sana y cuidada también puede mejorar tu calidad de vida. No te lo pienses y actúa.

 

FUENTES:

  • José Verdú Mataix. Nutrición para educadores.2º ed. Madrid: Ediciones Díaz de Santos;2005.
  • M. Ruiz1, V. Nadador, J. Fernández-Alcantud, J. Hernández-Salván, I. Riquelme, G. Benito. Dolor de origen muscular: dolor miofascial y fibromialgia. Rev.Soc.Esp.Dolor.2007,1:36-44

IMÁGENES:

  • http://www.imednuc.com/m2000.php
  • http://www.sedolor.es/

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